The Allman Brothers Band: Vida y muerte en Macon, Georgia (2ª parte)

1972

Empeñados en conseguir que su mensaje de libertad en clave musical llegue a cada vez más gente, los Allman Brothers pasan la mayor parte de 1970 en la carretera, consolidando su reputación como una de las mejores bandas en directo de América y convirtiendo a nuevos acólitos cada noche. Los pocos descansos que les permite su apretado calendario los pasan en The Big House, una casona señorial en Macon adquirida por Duane, Gregg y Berry Oakley tras la edición del primer disco de la banda. Hoy convertida en un museo sobre la historia de los Allman, la Big House es el cuartel general donde los músicos conviven, componen, ensayan y reciben a sus invitados. La casa se convierte en parada obligatoria para cualquier músico de paso por Georgia, y el tránsito de visitantes alcanza unas proporciones tales que inspira el título de su segundo disco Idlewild South, en referencia al aeropuerto de Nueva York, que por entonces aún seguía siendo conocido como Idlewild Airport pese a haber cambiado su nombre por el de JFK tras el magnicidio de 1963.

El 26 de agosto Duane Allman telefonea a su amigo el productor Tom Dowd para invitarle al concierto que la banda va a ofrecer esa noche en el Convention Center de Miami, Florida. Dowd se encuentra en los Criteria Studios trabajando en el primer disco de Derek & The Dominos, la nueva banda que Eric Clapton ha formado unos meses atrás junto al batería Jim Gordon, el bajista Carl Raddle y el teclista Bobby Whitlock, a los que conoció durante su gira con otros pioneros del rock sureño: Delaney & Bonnie. Alentado por la perspectiva de poder conocer al tipo que había tocado el solo de guitarra en la versión de “Hey Jude” de Wilson Pickett, Clapton decide acompañar a Dowd al concierto de los Allman Brothers. Un encuentro histórico está a punto de tener lugar.

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The Allman Brothers Band: Vida y muerte en Macon, Georgia (1ª parte)

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“Durante todos los años que hemos estado haciendo esto las introducciones han solido ser muy cortas, y esta va a ser corta pero algo más larga de lo habitual. Los últimos días hemos tenido el privilegio de trabajar con esta banda; a lo largo del último año les hemos tenido en las dos costas, y durante todo ese tiempo nunca he escuchado el tipo de música que toca este grupo. Anoche tuvimos la fortuna de que se subieran al escenario a las dos y media de la noche y no lo abandonaran hasta las siete de la mañana. Y no es simplemente una cuestión de cantidad, sino que, para mis oídos inexpertos, en toda mi vida he escuchado algo como lo que hace esta banda: la mejor música contemporánea. Así que vamos a terminar con los mejores de todos: The Allman Brothers.”

Así presentaba Bill Graham a los Allman Brothers antes de que se subieran al escenario del Fillmore East el 27 de junio de 1971, noche en la que se celebraba el cierre del que fuera el templo neoyorquino de la música rock durante los anteriores tres años y medio. Apenas dos años antes nadie hubiera imaginado que el honor de poner el broche final a la trayectoria de tan mítico local recaería en una banda originaria de una pequeña población sureña a más de 1200 kilómetros de la ciudad de los rascacielos, ni mucho menos que el empresario por excelencia del rock and roll, siempre tan reticente a dorar la píldora a nadie, se desharía en elogios a la hora de presentar a estos últimos invitados a su cuartel general en la Costa Este. En tan poco tiempo, sin embargo, los Allman Brothers habían conseguido emerger de la nada para poner patas arriba el panorama musical norteamericano. Pero el camino de Macon a Nueva York había sido arduo y trabajoso, y pese a que las palabras de Graham parecían presagiar lo contrario, el futuro aún se reservaba la peor parte.

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The Fuzztones: Entrevista exclusiva

The Fuzztones 5

Cuando los grupos británicos de los sesenta, con los Beatles a la cabeza, cruzaron el charco e invadieron Estados Unidos, miles de chavales a lo largo y ancho de toda la geografía norteamericana empezaron a juntarse en los garajes de sus casas de los suburbios para intentar emular a sus ídolos. La inmensa mayoría de estas bandas no llegarían a grabar más de un par de singles en tiradas muy limitadas, pero de su apasionado empeño por recrear el sonido distorsionado de los Yardbirds y la descarada chulería de los Rolling Stones nació un sonido único que, en honor a sus improvisados locales de ensayo, daría en llamarse garage.

Casi quince años después, un joven de Pennsylvania llamado Rudi Protrudi y su banda The Fuzztones irrumpieron en la escena punk neoyorkina recuperando ese sonido y basando su repertorio en oscuras versiones de bandas que nadie recordaba, como los Sonics, The Haunted, Kenny and The Casuals o The Tropics. En pocos años surgiría toda una escena de revival que volvería a poner de actualidad el sonido garage de los sesenta, con bandas, sellos y fanzines brotando por todo el país, pero, como Protrudi se encarga de recordar cada vez que tiene la ocasión, los Fuzztones fueron los primeros. Y viéndoles sobre el escenario de Gruta ’77 el pasado 6 de mayo, todo indica que también serán los últimos, porque más de tres décadas después siguen siendo una apisonadora de rock and roll sucio, salvaje y enfermizo que evoca tiempos en los que, como recuerda el propio cantante entre tema y tema, “la gente se dedicaba a drogarse y a follar en los campos en vez de a pasarse el día pegados a sus teléfonos móviles”.

Tras el concierto entramos al camerino para charlar con el icónico Protrudi y nos sorprende que, pese a su fama de arrogante prima donna y extravagante depredador sexual, lo que encontramos es a un tipo afable y comunicativo, dispuesto a contestar a todas nuestras preguntas con detenimiento mientras apura su copa y al otro lado de la puerta suena una ristra de clásicos como “Ain’t no Friend of Mine” o “Action Woman” que probablemente muy pocos recordarían a día de hoy si no fuera por él. Durante su charla con nuestra redactora Olivia LH, el cantante habla de su prueba para tocar el bajo en los Dead Boys, evoca la sana competitividad que existía entre las bandas de la escena del garage revival e incluso asegura haber inventado el grunge. Rudi Protrudi en estado puro.

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