Desde 1999, Phil Lesh mantiene viva la llama de los Grateful Dead acompañado de sus Friends; un cambiante colectivo de músicos que a lo largo de los años ha incluido desde contemporáneos del bajista como Jorma Kaukonen (guitarrista de Jefferson Airplane y Hot Tuna), Bill Payne (teclista de Little Feat) o el propio batería de los Dead Bill Kreutzmann, hasta nombres como Warren Haynes, Nels Cline, John Scoffield, Joan Osbourne, Robben Ford o Ryan Adams. Acompañándose de tan variopinto plantel de instrumentistas, Lesh ha conseguido que la música de su banda madre se mantenga fresca y siga sonando distinta cada noche, animando a cada músico a aportar su sello personal a las canciones del amplio repertorio de los Grateful Dead.
Este mes Phil y sus amigos han protagonizado una residencia en el Capitol Theatre de Port Chester, Nueva York, uno de los escenarios predilectos del bajista desde que los Dead actuaran ahí por primera vez en 1970. Esta serie de conciertos comenzó con un show especial de Halloween y alcanzó su punto culminante el 7 y el 8 de noviembre, cuando la banda contó con tres miembros de Chris Robinson Brotherhood: Neal Casal, Adam McDoughall y el propio Robinson, que se unieron a Lesh, el batería de Furthur Joe Russo y el guitarrista Eric Krasno para dos conciertos memorables. La primera noche destacó por un segundo set brillante que concluyó una apabullante jam de «Playin’ In The Band > The Wheel > A Hard Rain’s Gonna Fall > The Wheel > Uncle John’s Band > Morning Dew > Uncle John’s Band» pero el show del día 8 fue aún mejor.
El primer set comenzó con una gran versión «West L.A. Fadeaway», un tema de In The Dark que los Brotherhood han interpretado a menudo a lo largo de su última gira, e incluyó estandartes del repertorio Dead como una vibrante lectura de «Brown Eyed Women» con preciosas armonías vocales a cuenta de Robinson, Casal y Krasno y una onírica «Bird Song» que acabó convirtiéndose en «Goin’ Down The Road Feelin’ Bad», además de una lisérgica versión del «The Dolphins» de Fred Neil que ya interpretaran los Black Crowes en las sesiones de su magistral Before The Frost…Until The Freeze en 2009. Pero lo mejor aún estaba por llegar.
Tras unos minutos de descanso, el segundo set da comienzo con el clásico «Shakedown Street» que sirve de lanzadera para una animada jam en clave de funk psicodélico que, tras algunos minutos, rebaja su intensidad hasta que Neal Casal ataca el icónico riff inicial de «Gimme Shelter». Robinson se desgañita y Krasno y Casal intercambian afilados punteos de guitarra hasta que el emblemático tema de los Rolling Stones da paso a la cadencia de locomotora descontrolada de «Caution (Do Not Step On Tracks)». El rave-up de blues desenfrenado de Anthem Of The Sun se acaba disolviendo en una cacofónica jam que evoca las exploraciones más ruidistas de los Dead hasta que del caos surge la inconfundible progresión de acordes de «Like A Rolling Stone». Una vez más, Robinson se deja el alma cantando el clásico de Bob Dylan que termina por dar paso a «Hard To Handle», el tema de Otis Redding con el que los Black Crowes saltaron a la fama hace ya un cuarto de siglo y que también solían interpretar los Grateful Dead en sus primeros años con el indomable Pigpen al frente.
Y la cosa no acaba ahí. Tras un pequeño descanso para tomar aire la banda acomete una kaleidoscópica versión de «Unbroken Chain», el tema que Phil Lesh compuso para el disco From The Mars Hotel en 1974, que encadena clímax tras clímax en una cascada de iridiscente luminosidad que se alarga 17 minutos antes de dar paso a una escalofriante lectura de «Comes A Time», una de las baladas más sobrecogedoras de Jerry García y Robert Hunter. «Comes A Time» cede su lugar a una jam en la que Phil y sus amigos vuelven a adentrarse en territorios funkyosos antes de lanzarse de cabeza a una serpenteante «In The Midnight Hour» en la que Lesh y Joe Russo evocan a unos Duck Dunn y Al Jackson, Jr. en pleno subidón de ácido y que sirve para poner fin al concierto. Aunque aún hay tiempo para que el sexteto regrese al escenario para una reconfortante versión de «They Love Each Other» a modo de bis.
Lo que hubiera dado un servidor por estar ahí esa noche… Pero como los seis mil kilómetros que separan mi casa de Port Chester son una distancia bastante insalvable, al menos podemos disfrutar del concierto una y otra vez descargándolo en este enlace. No es lo mismo que colocarse en la Phil Zone en las primeras filas del Capitol Theatre, pero al escuchar «Unbroken Chain» con los ojos cerrados la distancia espacio-temporal deja de ser un impedimento durante unos minutos. Disfruten.