Howlin’ Rain es una de las mejores bandas de rock and roll de los últimos tiempos. El personal modo de Ethan Miller de conjurar los sonidos clásicos de los sesenta y los setenta a través de un prisma actual le ha convertido en uno de los principales valedores de la filosofía psicodélica californiana en nuestros días y ha elevado discos como Magnificent Friend y The Russian Wilds a la altura de incontestables clásicos modernos.
Sin embargo su esperado último disco Mansion Songs, publicado el pasado mes de enero, ha supuesto una gran decepción para mí. Entiendo que el álbum nace de un momento muy oscuro y traumático para Miller, después de haber sido abandonado por todos sus compañeros de la formación de The Russian Wilds y tras romper su relación con la multinacional American Recordings, donde Howlin’ Rain llevaban años trabajando al amparo del todopoderoso Rick Rubin. También es cierto que la evolución musical y la negativa a estancarse en un sonido concreto han sido una constante a lo largo de la trayectoria de la banda, pero en este caso me parece que el cambio de registro ha supuesto un paso atrás. Ya no sólo porque la sobriedad en los arreglos y el tono excesivamente introspectivo me hagan añorar la riqueza de matices instrumentales, contrastes estilísticos y melodías memorables de sus discos anteriores sino simplemente porque me parece que las canciones no están a la altura. Y eso viniendo de un tipo como Ethan Miller, que ha compuesto un buen puñado de temas que para mí son ya clásicos absolutos, sólo puede definirse como decepcionante.
La buena noticia es que, al contrario de lo que pudiera sugerir la escucha de Mansion Songs, Ethan no se ha convertido en un lacrimógeno trovador viajando con su guitarra a la espalda en busca de la redención. Nada más lejos de la realidad. Una vez despachada su incertidumbre existencialista en los surcos de este último disco, el cantante ha vuelto a lanzarse a la carretera con una nueva formación de Howlin’ Rain que se sigue rigiendo por la misma filosofía de éxtasis psico-eléctrico que ha definido a la banda a lo largo de todos estos años. Acompañando al ex-líder de Comets On Fire en esta enésima fase de su carrera se encuentran tres jóvenes y brillantes instrumentistas: el bajista Jeff McElroy, el guitarrista y pedal steel Dan Cervantes y el batería Brian «Nucci» Cantrell.
El genial blog NYC Taper, dedicado a grabar y compartir conciertos de bandas que actúan en la ciudad de los rascacielos (previa petición de permiso a los artistas) ha colgado un electrizante set de estos nuevos Howlin’ Rain registrado el pasado 18 de abril en el Baby’s All Right de Brooklyn. No parece que sea el concierto completo ya que la grabación está compuesta de tan solo cinco canciones pero el sonido es perfecto y sirve para demostrar que la banda se encuentra en un estado de forma pletórico. El momento álgido es probablemente la versión de casi 15 minutos de «Self Made Man», el demoledor tema de apertura de The Russian Wilds, en la que las guitarras de Miller y Cervantes entablan un intenso diálogo lisérgico, pero el resto de canciones (todas extraídas de Mansion Songs) no se quedan atrás y la nueva formación consigue dotarlas de una nueva dimensión sobre el escenario. Tanto la inicial «Meet Me In The Wheat» como «The New Age» doblan la duración de sus tomas de estudio y se convierten en perfectas lanzaderas para los delirios instrumentales de la banda, «Coliseum» enfatiza el desgarrador potencial emocional de la garganta de Miller y «Big Red Moon» cierra el concierto erigiéndose como una canción absolutamente perfecta, de esas para ser coreadas con la cerveza en alto y el corazón en vilo.
El tipo que grita «Otra! Otra! Otra!» antes del bis es un detalle desternillante que me hace desear que Ethan no tarde en cruzar el charco con estos renovados Howlin’ Rain para hacernos vibrar como sólo ellos son capaces. Mientras tanto nos conformaremos con estos 45 minutos de salvaje desbarre psicotrónico
Disfruten.